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El café es como escribir: amargo y dulce, caliente y suave. Su olor pasa desde la nariz hasta el paladar y, de alguna forma, se siente perfecto. Oscuro, como las ideas cuando se revuelven inquietas, y tibio al tragar con la resolución de una nueva historia. Pasa por la garganta como una delicada caricia, a penas perceptible, y humedece los labios en un beso.
El café son las ganas de contar muchas cosas y no saber cómo ordenarlas; las ansias de imaginar una idea demasiado compleja como para ser expresada solo con palabras, y querer más. El vicio de la creación es marrón oscuro, lleva azúcar y, en ocasiones, leche. El vicio de la creación arrastra oraciones con cada nuevo sorbo. Por eso a los escritores les gusta el café. Quieren beberlo para hacer las cosas más sencillas, menos lentas.
Para los novatos es demasiado amargo y fuerte y no saben muy bien cómo encararlo. Es entonces cuando sopesan si darle más intentos o rendirse. Dependiendo del sendero escogido se convertirán en una persona u otra; decidirán si quieren salir de Matrix o tomar la pastilla azul.
El café son las ganas de contar muchas cosas y no saber cómo ordenarlas; las ansias de imaginar una idea demasiado compleja como para ser expresada solo con palabras, y querer más. El vicio de la creación es marrón oscuro, lleva azúcar y, en ocasiones, leche. El vicio de la creación arrastra oraciones con cada nuevo sorbo. Por eso a los escritores les gusta el café. Quieren beberlo para hacer las cosas más sencillas, menos lentas.
Para los novatos es demasiado amargo y fuerte y no saben muy bien cómo encararlo. Es entonces cuando sopesan si darle más intentos o rendirse. Dependiendo del sendero escogido se convertirán en una persona u otra; decidirán si quieren salir de Matrix o tomar la pastilla azul.
Amargo
«¿Qué quieres decirme?», pero no te lo pregunto; solo miro hacia tu rostro. Tus ojos marrones más oscuros que de costumbre. Húmedos, pero sin lágrimas. Las pestañas, largas y mojadas, tampoco aún tienen lágrimas. Las ojeras, que descansan debajo, están hinchadas y enrojecidas. En ellas reside algún tipo de magia, porque no puedo parar de mirarlas. Tan marcadas y tristes; tan cansadas... Las mejillas pálidas; los labios secos y un tanto entreabiertos. La piel seca de esa boca, de esos labios, que necesitan saliva. Tu barba casi tan descuidada como lo están tus ojos
Viejo borracho
Estaba ahí, tirado en una acera, con una botella de bebida en su mano derecha. Pupilas dilatadas, labios entreabiertos, respiración lenta. Espalda arqueada, gesto inocente, rostro humilde. Y bebía, y bebía. Era su Leteo; aquéllas eran sus aguas. El olvido le quemaba la garganta y le humedecía la boca; lo llevaba de la mano hacia un lugar mejor.
Entonces me pregunté lo que vería en su estado de éxtasis. Todo mi alrededor se volvió gris. Pude percibir cómo se construía una imagen entre una neblina incierta, y vi sus sueños. Lo concebí sobrio con su esposa e hijos en una cena
Elfos
Vivo en un mundo en el que las princesas son todas rubias; con el cabello oxigenado, pajizo, y el cuerpo repleto de silicona. Llevan vestidos feos e insinuantes con los que presumen de estar muy guapas, y en sus ojos reluce un resplandor hermoso los días en los que están de rebajas. Vivo en un mundo en el que los príncipes presumen de ser muy hombres, y consumen drogas. Se pasan horas y horas en busca de conseguir lucir músculos, con su camiseta de tirantes, en el gimnasio.
Vivo en un mundo en el que te dicen que no eres nadie si no te vuelves princesa o príncipe. Pero a mí no me gustan ellos; no tienen nada que les haga especiales. No obsta
Inspiracion
La señorita Ahufinger contempló extasiada el hermoso paisaje; ante ella se extendía un cielo celeste de esponjosas nubes blancas. Los pájaros trinaban melódicamente, y el verde de las hojas de los árboles y arbustos otorgaba un deje armónico a la totalidad de la composición; parecía que aquel lugar se había escapado del más idealizado jardín de cuento de hadas.
Con parsimonia, desenfundó su pluma, y se dispuso a impregnar el blanco papel de su inmaculada libreta con un relato de fantasía, amor, y aventuras. No le salió nada. Frustrada, inspiró el aire puro de don
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